El todo es diferente a la suma de sus partes

El niño ochentoso que todos llevamos dentro rebota de alegría: Se viene una secuela de Tron. Pero seamos sinceros, al principio la idea generaba desconfianza (por ser una muestra más de la falta de ideas de la “fabrica de sueños”), sin embargo, a medida que se empezaraon a conocer los ingredientes de la nueva película la cosa fue tomando otro color: Se plantea un uso onanista de la tecnología, Jeff Bridges se suma al proyecto, Olivia Wilde en catsuit negro, estética retrofuturista, Olivia Wilde en cat-suit-ne-gro, banda sonora (y cameo!) de Daft Punk, Oliv... ya lo dije. Y encima de todo tienen cautivo a un mercado de ñoños de 29 años(y más!) listo para pochoclear.

El legado que deja Tron es una caja de valium

Entonces ¿cómo es que la cagan tan grosso? Frente a esta pregunta es donde el principio gestáltico de nuestro título cobra protagonismo: Podés tener los ladrillos más bonitos y sólidos del mundo pero si no hubo un plano mas o menos dibujado de antemano o no apareció un obrero idoneo para ensamblarlos y construir, tu medianera de 30 va a terminar más inclinada que Lewinsky en el Salón Oval (pero qué retro my friend!).

La historia de este refrito nos lleva al mundo digital -The Grid- creado por Kevin Flynn (Jeff Bridges) en su juventud. Este lugar utópico de equilibrio y belleza pixelada entra en crisis cuando el clon digital de su propio creador decide poner un poco de orden macrista a tanta igualdad desenfrenada. En medio de este caos aparece el hijo de Kevin (Sam, interpretado por Garrett Hedlund) para reencontrarse con su padre luego de años de abandono forzado y ayudarlo a salvar este mundo virtual. Además de todo esto habrá lugar para el amor (Quorra es la "chica Tron" encarnada por Olivia Wilde), la revolución social, las famosisimas y añoradas carreras de motos, las luchas con discos y, ya que estamos, para la filosofía zen.

Ahora volvamos a la sumatoria. Cuando todas estas prometedoras piezas se juntan no terminan funcionando del todo bien porque lo que cuentan, para no ponernos sesudos, es aburrido. Sí, ya sé, mi análisis es extremadamente básico, pero el “error” también lo es: Amigo Kosinsky, tu película es un embole. Y si un film mainstream de entretenimiento aburre es una metida de pata importante.
Cabe aclarar que no estamos midiendo en términos de aburrimiento la obra de David Lynch, de Hanake o de Kim Ki Duk cosa que sí sería un error nuestro (a mi entender) sino que en el caso de Tron: Legacy el entretenimiento es un elemento fundamental. Es como invitar a un amigo a comer a tu casa y, sin dejar de lado la informalidad del encuentro, te comprometés a cocinar. En la semana te jactás de ser un gran chef y que los vas a dejar a todos boqueando como pez fuera del agua pero llegada la cena a tu carne mechada con papines a la saraza le falta sal. Sal, mi querido, sal! El ingrediente más básico en la historía de la cocina. Podés fallar con el jengibre o el cilantro pero no con el cloruro de sodio.

¿Y que decir del 3D? Este film es una muestra más de que la tercera dimensión es un fiasco absoluto que no suma ni un poroto al disfrute del mismo.

En resumen, Tron: Legacy tocó las fibras sensibles (y el nervio nerd) de nuestra infancia, prometio mucho y llenó la pantalla de belleza estética. Nos presentó actuaciones dignas, una estética increible, una banda sonora genial, un plot que entusiasmaba bastante... pero como resultado final dejó una desilusión directamente proporcional al tamaño de la campaña de promoción que tuvo la película.

4 degustaciones:

Homer Collyer dijo...

Bue, será cuestión de ver que tal le salió a la remake al señor Ron Jeremy

Winston Smith dijo...

Jajaja! Sutil.

Langey Collyer dijo...

Blockbuster hollywoodense, segunda parte de un clasico de los 80 devenida en pelicula de culto.
Con Jeff Bridges arrancamos bien (te banco siempre Lebowski!), ahora cuando necesitan de una protagonista en catsuit negro que alguien va a besar al final de la pelicula, ya me genera desconfianza. Sobretodo con la imagen "futurista" y desborde de (d)efectos especiales que pregona, digno del programa CQC en los 90.

Yo, a estas películas, les escapo. Un dia, de casualidad, las veo en telefe y dobladas por un mexicano que habla neutro, con un ojo cerrado y el otro medio abierto despues de comer un asado con tinto. Mas (creo) no se merecen, y la opinión del Sr. Smith aquí expuesta, no hace mas que confirmar lo que pensaba.
Salú!

Winston Smith dijo...

Aguante Langey, siempre con la molotov en la mano!

De vez en cuando una pochoclera no viene mal, es como morfarse una hamburgesa o un pancho con papas arriba: No podés vivir de eso pero una cada tanto se puede disfrutar.

El tema es que este tanque hollywoodense es un embole a siete velas; no lo salva ni el más profundo amor nerd.